José Fernando Martínez Fernández
Estimado fotógrafo:
Tu carta me ha conmovido, me ha hecho recordar estantes olvidados en el polvo del tiempo (y lo digo sin pedanterías). Me escribes porque crees que te puedo dar algunos buenos consejos para ser un buen fotógrafo. Para que te pueda dar alguno, primero tendría que saber a dónde quieres llegar. ¿Quieres hacer buenas fotografías, técnicamente correctas o bien resueltas? Entonces puedes aprender de los cientos de manuales y cursos que hay al uso, Youtube está saturado de ellos, y talleres se ofertan por doquier desde que se democratizó el medio. ¿Quieres ser un fotógrafo con visión propia? Para eso ya no hay tantos manuales, ni cursos; y los pocos que hay, no te van a llevar por el camino que únicamente tú puedes recorrer en soledad, a lo sumo con una brújula, pero poco más.
Por lo que decías al final de tu carta, deduzco que vas en pos de lo segundo. De lo cual me alegro, y te compadezco. Lo segundo no es un camino de rosas y deberás demostrarte a ti mismo que tienes cualidades que pueden parecer heroicas por el valor, honestidad y perseverancia que conllevan.
En esta primera carta tendría que hablarte del amor y la muerte. Hay mucho de esto en la fotografía. Todo se andará, no tengas prisa. Aprovechemos que eres joven, vamos a empezar por objetivos simples como descartar, como hace un buen tahúr, todo aquello que no contribuye a que descubramos nuestra inteligencia visual, nuestra jugada maestra, que es de la que dependeremos para hacer nuestras fotografías. Fíjate que he utilizado el verbo hacer, no tomar. Esto es algo que ya debes empezar a tener claro. Cualquiera con capacidad para apretar un botón puede tomar una fotografía. Lo que tú quieres aprender es cuándo hay que apretar ese botón para hacer una fotografía que te llene el espíritu y no la puedas explicar con palabras. Si es así, estamos juntos en esto.
Lo dicho arriba se podría entender con un símil. En música está muy claro: está el intérprete y está el compositor. Como fotógrafo tendrás que ser ambas cosas a la vez y combinarlas para crear tu obra fotográfica. También voy a utilizar mucho el símil del escritor. Para conseguir tu texto, tus palabras, tu estilo y tu mensaje, tendrás que leer mucho, vivir mucho y escribir poco. Supongo que habrás entendido lo de vivir mucho. Si no, no te preocupes, eres joven, ya lo irás entendiendo. Tendrás que aprender para luego desaprender. Al final se trata de recorrer tu vida, tus fotos, no las de otro. No hay tiempo para perderlo en otra cosa que no sea tu vida, es demasiado corta por mucho que dure.
Otra cosa, no te desesperes porque tardo en escribirte; yo también ando liado con todo este asunto. Sigo aprendiendo y cometiendo errores. Lo único que nos separa es la distancia de la experiencia. Es muy probable que tú me escribas cuando yo ya no esté, para contarme tus anécdotas y tus logros, que estoy seguro que serán muchos y memorables. Nunca olvides quién eres y lo que quieres. Haz caso de tu intuición y de tu corazón. La fotografía al principio es como el amor al principio. Con el tiempo solo sobrevive el amor que se trabaja. Lo demás es escarcha en un día de lluvia.
Para despedirme te dejo el primer ejercicio de este curso epistolar. Coge la peor cámara que puedas encontrar y el peor tema que puedas imaginar y haz una gran foto. Ya sé que esto te va a producir mucha ansiedad. Ansiedad es una novia que te vas a tener que trabajar si quieres que te quiera, porque es la guardiana de cada acto creativo. Si lo quieres en un tono más poético y decimonónico, se trata de la coraza que tienen las buenas musas.
Mándame los resultados y comenzaremos a trabajar a partir de ahí.
Recibe un fuerte abrazo.
Charly Rebel.