En el corazón de la obra de Robert Mapplethorpe hay una tensión, rayando en la paradoja, entre un contenido inconfundible y el modo como se presenta. El contenido de su trabajo es a menudo suficientemente erótico como para ser considerado pornográfico, incluso por el propio artista, mientras la estética con que lo presenta es de un clasicismo casto –siendo dionisíaco y apolíneo a la vez. El contenido no podría haber sido planteado por un artista importante en cualquier otra época. Es genuino de la Norteamérica de los años setenta, una década cuyos valores, sensibilidades y actitudes representa Mapplethorpe.
Pero, contenidos aparte, estas fotografías difícilmente parecen pertenecer al tiempo en que fueron realizadas. Son ejercicios controlados y compuestos al modo clásico. Estéticamente, encajan mucho más con las fotografías del siglo XIX, que Mapplethorpe admiraba y coleccionaba, que con las de sus contemporáneos. Dionisos era el dios de los excesos, Apolo el de la proporción y la forma. De acuerdo con Nietzsche, la tragedia nace de la unión de ambas deidades, y quizás la disonancia entre forma y contenido en la obra de Mapplethorpe transmita también esa oscura excitación de la tragedia.
Arthur C. Danto – Playing with the Edge