Las instantáneas de Catalá poseen una calidad artística tan plástica que bien puede decirse que en cierta manera se adelantó a ciertos postulados promulgados por Henri Cartier Bresson, el gurú de la fotografía documental.
A pesar de que es autor de algunos fotorreportajes de gran impacto, Català-Roca no era un fotoperiodista. Su obra se sitúa en el marco de una fotografía social testimonial con caracteres de obra artística. Català-Roca buscaba captar la autenticidad de la vida en la expresividad de lo cotidiano, utilizando con gran imaginación las tomas en picado y contrapicado, la profundidad de campo y los contrastes entre luces y sombras, que marcaba con gran precisión. Siempre decía que sus fotografías estaban más cerca de la literatura que de las artes plásticas porque con cada una de ellas pretendía contar una historia.
Aunque hizo casi toda su obra en blanco y negro, Català-Roca no sólo no renunció a hacer fotografía en color sino que defendía el color en la fotografía y experimentó con él. Decía que el blanco y el negro de la fotografía son dos colores falsos, porque no existen en la realidad. En sus últimos años dedicó al color una gran parte de su trabajo.