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Eduardo Momeñe: Yo quiero que la fotografía me lleve al huerto

Quesabesde – 13 de mayo de 2014

Núria Gras

 Eduardo Momeñe es un fotógrafo singular. Amante declarado de su oficio, el suyo es un trabajo orientado hacia una imagen despojada de adjetivos y artificios. Este bilbaíno nacido en 1952 se ha labrado con su discurso -es autor de varios ensayos sobre estética fotográfica- un gran prestigio como fotógrafo, teórico y docente. Desde 1974 expone regularmente su obra en galerías de todo el mundo, y el último fin de semana de mayo formará parte del elenco de ponentes de la primera edición del festival de fotografía química Revela-T en la localidad barcelonesa de Vilassar de Dalt.

¿Por qué fotografiamos?

Es una buena pregunta. Yo creo que fotografiamos, o por lo menos algunos de nosotros fotografiamos, porque lo que nos motiva es fabricar fotografías. Habrá quien se apasione construyendo casas o diseñando lamparas, por ejemplo. Lo que a mí me interesa es hacer imágenes que no he visto en ningún otro sitio y deseo hacerlas por encima de todo.

Ese punto de vista estaría más próximo al de un artesano de la fotografía que al de alguien que desarrolla un trabajo conceptual desde la fotografía.

Los trabajos, desde un punto de vista conceptual, tienen que ser sólidos. Yo persigo fabricar imágenes, pero no hablo de conceptos técnicos, de oficio. De lo que se trata es de transmitir pensamientos en lenguaje fotográfico, ideas plasmadas en papel fotográfico.

Momeñe, en una imagen realizada por la fotógrafa Estela de Castro . | Foto: Estela de Castro

¿El gesto fotográfico se orienta por aquello que queremos mostrar o por aquello que queremos contar?

Yo lo interpreto como un todo en uno. Lo que muestro está en lo que cuento.

Entonces, con esta imagen que buscas construir, una imagen que se explicaría por sí misma, no necesitarías añadidos para ayudar al espectador. ¿Ni siquiera un pie de foto?

El pie de foto sería una cortesía de la casa o un intento de dirigir el significado de la imagen, nada más.

Efectivamente, así es como lo vivo. Yo considero la fotografía como un lenguaje, un lenguaje mucho más primitivo que la palabra, pero apasionante, y mi interés radica precisamente en la posibilidad de expresarme mediante ese lenguaje.

Habrá quien diga que elige la fotografía porque le gusta hacer fotos, porque es una actividad muy bonita, pero yo creo que en realidad uno elige un lenguaje con el que expresarse. Podría haber escogido cualquier otro, pero sin embargo escogí la fotografía. El medio es, de algún modo, el mensaje, como lo es la propia imagen.

¿Qué elementos esenciales componen la “fotografía pura”?

“La fotografía es un medio muy complejo, te pide que digas cosas con un esparadrapo en la boca”

No es algo fácil de describir. La fotografía es un medio muy complejo, te pide que digas cosas con un esparadrapo en la boca. El requisito fundamental que debe tener una fotografía es que esté completa, igual que lo está una sinfonía de Mozart o una pintura de Durero o una obra de Joyce. Es decir, la fotografía, cuando se expresa correctamente, debe tener todos los elementos del lenguaje.

¿Y eso es difícil?

Para mí sí. Es un tema realmente muy complicado.

Esta clase de fotografía que se explica a sí misma, ¿puede tener cabida en el marco de la creación contemporánea?

Por supuesto que sí. A veces parece que todo el contexto artístico está encaminado a un concepto que podríamos llamar artes plásticas o fotografía plástica. Ahora a la fotografía nos vemos obligados a llamarla fotografía documental, y antes nunca habíamos necesitado llamarla así para entender de qué hablábamos. Las galerías de arte están llenas de fotografía de la que ahora llamamos documental, y la fotografía, como herencia del arte conceptual, creo que tiene un recorrido aparte y debe seguir su propio camino.

Si asistes a ferias de temática artística, a menudo te quedas con la impresión de que la fotografía necesariamente ha de ser una fotografía manipulada. Pero éste es un mundo que, bajo mi punto de vista, es casi marginal. Yo lo interpreto como un cierto odio al medio fotográfico.

Foto: Eduardo Momeñe

La creación fotográfica contemporánea suele seguir una serie de patrones estéticos y temáticos, y esto a veces nos llega a aburrir. ¿Por qué crees que ciertas escuelas o autores tienen tanta influencia? Especialmente cuando hay tantas personas diferentes trabajando en todo el mundo en su propia línea y con el acceso casi universal que nos brinda la red.

Éste es un tema muy interesante que a mí me toca mucho y lo peleo desde mi posición como fotógrafo. La palabra contaminación para mí es absolutamente exacta. La fotografía ha sido totalmente contaminada en ciertos contextos por el mundo que llamamos del arte. En los años 70 el arte conceptual siempre utilizó la fotografía como materia prima para un pensamiento conceptual. En ese momento esto se hacia en blanco y negro y en pequeño formato. Ahora es en color y en grande, pero es exactamente lo mismo.

“La fotografía ha sido totalmente contaminada en ciertos contextos por el mundo que llamamos del arte”

El precursor de esto fue Alfred Stieglitz, que inventó el pictorialismo, que básicamente consistía en considerar que la fotografía no era lo suficientemente importante como para no ser contaminada por las intenciones decimonónicas de la pintura. Ahora pasa exactamente lo mismo: cuando los pintores tienen problemas con el pincel porque no saben qué hacer con él, se meten en estos líos con la fotografía.

Por fortuna muchos pensamos que esto no tiene nada que ver con la fotografía, que una obra plástica plasmada en un papel fotográfico no es una fotografía. Las fotografías se hacen con cámaras fotográficas y no con ordenadores. En los ordenadores se hacen construcciones pictóricas. Antes los llamábamos “collage” y ahora lo llaman fotografía.

Tengo la sensación de que ambos estamos usando nombres diferentes para referirnos a un mismo concepto. Lo que tú denominas arte conceptual yo lo conozco, porque así me lo han enseñado, como fotografía contemporánea. ¿Es así?

Sí, lo que dices es muy cierto. Esto ha pasado porque las galerías y los que manejan todo este cotarro trabajaban con un producto que no era la fotografia, pero desde el momento en que en sus paredes se cuelga papel fotográfico se ven obligados a manejarse con este lenguaje. El gran problema es que ellos realmente no comprenden el medio.

La fotografía tiene sus propias características como lenguaje, sus propios códigos y una manera propia de entender la realidad que nada tiene que ver con una construcción pictórica. Insisten en llamar fotografía a todo esto, pero es evidente que no lo es.

Foto: Eduardo Momeñe

Si a la fotografía contemporánea o conceptual le quitamos el discurso teórico o literario, ¿qué nos queda?

Yo creo que la fotografía a la que ahora necesitamos llamar documental es de una potencia tremenda. A mí me gusta equipararla a una canción. Imagina que hablamos de una canción de Bob Dylan. Lo que me fascina de una canción de Dylan es el tono de la voz, es la melodia, es cómo suena la guitarra… y si además Dylan dice cosas muy bonitas, !estupendo! Pero no voy a comprarme la canción de Dylan por las frases maravillosas que dice si la guitarra no suena bien.

Con la fotografía documental lo que yo quiero es que los documentos suenen como la guitarra de Dylan, y si hay una carga conceptual detrás, pues bienvenida sea. Pero no al revés.

Foto: Eduardo Momeñe

Lo prioritario es la construcción de la imagen.

Absolutamente. Yo quiero que la fotografía me lleve al huerto, dejar que la imagen me seduzca, y luego ya me preguntaré qué hay detrás.

Esto que has dicho se podría enmarcar.

Ciertamente resume bien esta cuestión. En cambio los plásticos creen que la fotografía es un medio más bien poco interesante y tratan de meternos una serie de conceptos mediante unas imágenes bastante mediocres. Oscar Wilde decía que toda la mala poesía estaba hecha con buenas intenciones.

Joan Fontcuberta puso en pie de guerra hace años a muchos compañeros de profesión con una incendiaria afirmación (“la fotografía ha muerto”) y hoy reivindica una fotografía sin calidad, de “usar y tirar”, alineada con las nuevas tecnologías. Momeñe y Fontcuberta vendrían a ser dos teóricos brillantes que sustentan sus principios con su propia obra fotográfica pero desde perspectivas totalmente opuestas. ¿O quizás necesitamos el trabajo de Fontcuberta para no perder la perspectiva de la “fotografía pura” de Momeñe?

Bueno, en realidad mi fotografía no es tan pura. Tiene algunas impurezas del escritor. Yo pienso que hoy día la relación entre texto y fotografía es una base maravillosa. Creo mucho en una fotografía textualizada. En Estados Unidos lo llaman iconotextos, el significado de la imagen amplificada por el texto y el texto amplificado por la imagen.

Yo a Joan le sigo y respeto mucho su punto de vista, porque aunque utilice nuevas tecnologías, aunque se meta en tinglados en los que parece apartarse de la fotografía, su cabeza es estrictamente fotográfica y además es textual. Es un artista conceptual que ha entendido perfectamente la fotografía y que no está metido en esas veleidades de hacer cosas plásticamente bellas, como si fueran del siglo XIX, sino que hay una reflexión real sobre la fotografía. Me interesa mucho. Quizás pueda parecer que estamos en polos muy diferentes, pero no lo estamos tanto.

Yo creo que Joan Fontcuberta es amante absoluto del documentalismo, pero el suyo es un documentalismo muy contemporáneo, muy avanzado. Una crítica de la fotografía desde la profundidad y sin tonterías.

Podemos pensar que una fotografía de “usar y tirar” no necesitará de ninguna actuación para preservar la memoria. Sin embargo, no sucede lo mismo con el grueso de nuestro legado fotográfico. ¿Qué políticas públicas crees que se deberían implementar para proteger los archivos que componen esta herencia gráfica tan vulnerable?

Tenemos que darnos cuenta de que la fotografía de usar y tirar realmente se está convirtiendo en un mero soporte para el texto, para el significado. Estas imágenes son textos visuales. Una vez has procesado el significado de la imagen, puedes prescindir de ella. Es una idea que necesita un poco de reflexión.

En cuanto a lo que tú planteas sobre los archivos tiene un problema tremendo, y es que no es posible darles cabida, hay demasiados archivos para que todos puedan ser preservados. Yo he visto muchos archivos fotográficos que en realidad tienen mucho menos valor del que se les quiere otorgar.

Foto: Eduardo Momeñe
Foto: Eduardo Momeñe

No hay que olvidar que de los 300 libros que escribió Aristoteles, sólo nos han llegado cuatro o cinco. El tema de los archivos no me preocupa tanto. No debería ser una cuestión que dependiera de presupuestos ni de voluntades políticas o instituciones privadas. Creo que los archivos deberían ser digitalizados, preservar la información para el futuro, y si los originales desaparecen como desaparecieron las ruinas de Grecia, mala suerte.

Aunque entiendo esta parte fetichista del objeto, yo no comparto esta mentalidad de anticuario con las copias originales y los negativos, porque sencillamente creo que no podemos con tanto, con tantas fotos y tantos archivos. Lo importante es tener el dato.

¿Un buen fotógrafo necesita al mismo tiempo ser un buen espectador?

Sí, por supuesto. Tú primero aprendes a leer y después escribes. No puede ser de otro modo. La fotografía es el resultado de una formación que no es estrictamente fotográfica, sino que es la plasmación de experiencias, de curiosidad, de interés por ver el mundo.

¿Cómo es tu visión fotográfica del mundo? ¿Qué atrae tu mirada?

Me interesa mucho la fotografía que puede relacionarse con texto. Yo he entrado en la fotografía desde la literatura y me interesa mucho esta asociación: la fotografía como dato visual de gran calidad. Una fotografia de calidad garantizada pero que al mismo tiempo pueda actuar como un dato para una narración. No hablo de una serie fotográfica ni de contar el cuento de la Caperucita Roja. Hablo de una narracion visual, laberíntica, partida en trocitos.

Foto: Eduardo Momeñe

Y como espectador, ¿qué visiones te interesan?

Estoy en una edad que ya me sorprenden muy pocas cosas. No porque vaya sobrado, sino porque ya he visto mucho. Lo único que me interesa de una fotografía es la inteligencia, que meta más inteligencia en mi cabeza, y salir de la galería un poco más listo que cuando entré.

Además de tu faceta fotográfica, desarrollas una importante labor como docente. ¿Qué expectativas dirías que tienen los estudiantes de fotografía que se están formando ahora en las escuelas?

Es un momento confuso. Hay mucha información en bruto, sin filtrar, lo cual provoca desinformación. Hay un millón de libros, un millón de exposiciones… pero la información está muy mal dirigida. Hay que invertir mucho esfuerzo en separar el grano de la paja.

En mi opinión hay una desinformación tremenda de lo que es el medio fotográfico. El alumno que empieza muchas veces llega porque le han contado esto que nos han contado a todos de que la fotografía es muy bonita. Muchos hemos empezado así. Pero, en realidad, cuando te metes en una escuela de fotografía te estás metiendo en algo muy serio. La idea del lenguaje la gente todavía no la tiene muy bien asimilada. Por eso hay tanta confusión en torno a la fotografía en los medios plásticos. No se entiende el concepto del lenguaje.

En cuanto al futuro, es como todos los futuros: nunca ha sido nada fácil y depende mucho de cada persona. No es una época buena, pero yo no recuerdo que haya sido fácil nunca.

Foto: Eduardo Momeñe

¿En qué dirías que difieren esas espectativas con respecto a las que tenían los fotógrafos de tu generación?

No estábamos tan confundidos en cuanto a qué era la fotografia. Hacíamos fotografias, y punto. En cambio, ahora hay un magma de confusión, todo el mundo es artista o quiere serlo. Yo a la única artista que conozco porque lo pone en su carné de identidad es a la Pantoja.

Se cree falsamente que con cuatro ideas brillantes se puede hacer arte. Yo creo que no. Cuando alguien te hable de fotografía observa sus ojos. A los fotógrafos de mi generación cuando se hablaba de fotografía se nos iluminaban los ojos. Éramos así. Quizás ingenuos.

¿Cuál crees que es tu aportación a la formación fotográfica de tus alumnos? ¿Qué lección te gustaría que no olvidaran nunca?

“La fotografía es un medio que exige pasión, posiblemente obsesión. Es un medio excluyente, es una forma de vida”

Mi interés en la enseñanza está en incidir en el hecho de que la fotografía es un lenguaje que hay que aprender. A partir de ahí hay alumnos que te siguen y otros que no te siguen porque no era ésta la idea que tenían.

La fotografía es un medio que exige pasión, posiblemente obsesión. Es un medio excluyente, es una forma de vida. O te quedas como un fotógrafo de fin de semana o te dedicas en cuerpo y alma. No es posible quedarse a medias.

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