Siéntate y observa…
Fer Gómez
03 de marzo de 2013
La Sociedad Americana de fotógrafos de Media ha descubierto recientemente una entrevista que el retratista Phillippe Halsmann hace a Eugene Smith. Parece ser que tuvo lugar en Nueva York en 1956, pero no se está seguro de la fecha.
Para esta fecha ya había publicado en Life: Country Doctor, Spanish Village y Nurse Midwife. En 1955 dejó Life y pasó a la Agencia Magnum.
Éste es un extracto de esta entrevista:
Velatorio de Juan Larra, Deleitosa, 1951
Recuerdo una de tus fotografías en particular, en un velatorio en España la gente mirando a la cara del hombre muerto, ¿cuántas exposiciones tomaste?
Dos, y una para encender. No queria molestar.
Piero Saporiti, el corresponsal de Time-Life en España me dijo una vez que habías usado lámparas de petróleo…
Saporiti tiene una memoria maravillosa, ¡muy imaginativa! Éste es el tipo de la luz que pude conseguir. Use un sólo flash en lugar de una vela.
La gente estaba muy apenada y pusiste la luz del flash en sus ojos interrumpiendo su dolor. ¿Cómo justificaste esta intromisión?
Creo que no hubiera podido hacer esto sino hubiera estado enfermo el día anterior. Habia estado con dolor de estómago en un campo y vino un desconocido y me ofreció beber vino. No me apetecía pero por no ser descortés a tal amabilidad, acepté. Y al día siguiente, por casualidad, se acercó a mí con prisas y me dijo: “Por favor, mi padre acaba de morir y debemos de enterrarlo, ¿podría llevarme al lugar donde tengo que rellenar todos los papeles?” Fuí con él a su casa, yo estaba muy conmocionado por el dolor y la belleza compasionada del velatorio, cuando vi que venia hacía la puerta me acerque a él y le dije: “Por favor, señor, no quiero deshonrarle en estos momentos, pero ¿podría hacer fotografías?” y me respondió: “Sería un honor”.
No creo que tomar una fotografía por el valor de la fotografía en sí misma esté justificado, solamente cuando consideras que es el objetivo. Por ejemplo, fotografié una mujer dando a luz para una historia de comadronas. Pero hay por lo menos dos vacíos de magnificas fotografías en mi obra. Una es en Filipinas, una mujer que tenia problemas con el parto en un pueblo que había sido destrozado por nuestros bombardeos. La mujer estaba dando a luz y mi único pensamiento en aquel momento era ayudarla. Si hubiera habido allí otra persona tan competente como era yo entonces para ayudarla habría tomado la fotografía. Pero, quedarme quieto ante una circunstancia así… ¡No hay una maldita fotografía tan valiosa!
Recuerdo una foto de una mujer española arrojando agua en la calle. ¿Fue una puesta en escena?
No hubiese dudado en pedirle que tirase el agua. No me importa montar una escena si creo que va a intensificar algo que es totalmente auténtico del lugar.
Cartier-Bresson nunca pregunta esto. ¿Por qué romper una regla básica de la fotografía?
Yo no escribí las reglas, ¿por qué iba a seguirlas? Dedico mucho tiempo e investigación en saber lo que quiero tratar. Pregunto y lo arreglo cuando siento que es legítimo. La honestidad recae en mi capacidad, como fotógrafo, para comprender.
Extraído de una entrada del blog del New York Times Lens