Joan Colom (Barcelona 1921) es un fotógrafo catalán, pionero en la composición de series fotográficas. Le ha gustado pasar siempre desapercibido. Por eso, durante años se ha paseado por las calles del Raval, uno de los barrios más conflictivos de Barcelona, entre prostitutas y clientes, con su cámara por debajo de la rodilla, para no llamar la atención de las personas con las que se cruzaba y así poder retratarlos con naturalidad, sin que se dieran cuenta, naturales. Lo hizo en los años cincuenta y sesenta, en plena etapa franquista y lo volvió hacer, después de treinta años, en los noventa, durante la fiebre olímpica de Barcelona. Colom fue un contable serio y minucioso que dedicó infinitos fines de semana de su vida a una gran pasión: la fotografía, que realizaba armado con su Leica, con la intención de capturar, con respeto, sin interferir y casi de manera clandestina, el ambiente, el aroma, las personas de este barrio convertido en estudio al aire libre.
Al final reunió en torno a 9.000 fotografías, 7.300 negativos montados en marcos de diapositivas y 300 hojas de contacto. Podrían ser muchas más porque, una vez seleccionado el mejor negativo, Colom tiraba a la basura el resto del carrete.
Joan Colom, a pesar de ser uno de los autores menos conocido de la llamada Nueva Vanguardia, ha acabado siendo considerado como un autor capaz de renovar el lenguaje de la fotografía en España de la segunda mitad de los años 50, sobre todo por “la espontaneidad de sus retratos”.
Uno de los grandes ejes de su obra es la famosa e icónica serie La calle, a partir de 1958, y en la que las protagonistas son sus prostitutas elegantes, vestidas con faldas de tubo por encima de la rodilla, pelo cardado, tacones de aguja, jerséis y rebecas de punto, todo marcando sus pronunciadas curvas. En las fotografías se adivina el juego de miradas con sus clientes, los prolegómenos de los encuentros furtivos y el trajín de los portales, preámbulo del de las habitaciones de esta parte baja de la ciudad. Tampoco faltan los marineros, los delincuentes y los primeros turistas, así como los policías y transeúntes de La Rambla y de las calles adyacentes.
Su trabajo último, realizado tras 30 años de inactividad, tras ser denunciado por Eloísa Sánchez, una de las prostitutas fotografiadas, al reconocerse en una de las imágenes cuenta con los mismos personajes, pero en esta ocasión son fotografiados en color. “No sabía que hacía fotografía social, buscaba imágenes que me emocionasen, aunque no siempre estaba seguro de haberlas conseguido hasta que positivaba los negativos. Yo, como las prostitutas, hacía la calle”, ha explicado en varias ocasiones Colom.