Eduardo Parra.- El señor X, turista ocasional, pasea por Madrid. Está en la zona de Cuzco, centro de negocios y hogar antaño del malogrado edificio Windsor. Como buen nómada del siglo XXI, inmortaliza con su cámara digital todo lo que ve. Un camión de bomberos por allí, un autobús por allá… todo le llama la atención.Sus ojos fotográficos se acaban fijando en la Torre Picasso, el emblemático rascacielos madrileño. Se dispone a capturarlo como ya ha hecho con otras construcciones de la capital. Se acerca a unos 50 metros; el edificio es alto y lo quiere entero. Saca su compacta y apunta hacia el cielo.
Aunque no lo parezca, la Torre Picasso de Madrid puede convertirse en una complicada presa fotográfica. |
Antes de que pueda hacer su primer clic, un vigilante de seguridad sale del edificio negando con el brazo: “No se puede hacer fotos aquí”, asegura como si perteneciera a la brigada especial antifotógrafos. El señor X se queda petrificado, incrédulo ante la prohibición. Pero no quiere discutir: guarda la cámara y se marcha a su siguiente objetivo turístico. Otra vez será. Esta historia, ficticia en su literalidad pero real en su esencia, nos ha pasado a todos, profesionales y aficionados a la fotografía, víctimas de leyes no muy claras y normativas un tanto difusas que suelen depender de si la autoridad de turno tiene o no un buen día. Pero, ¿realmente hay límites para la toma de fotografías en un espacio público? ¿Puede un vigilante de seguridad prohibirnos capturar la imagen de un edificio o un recinto? ¿Y en qué circunstancias? Seguridad y derechos de imagen Sin duda, lo primero que le viene a la cabeza a un fotógrafo cuando piensa en prohibiciones son dos cosas: seguridad y derechos (ya sean de autor o de imagen). QUESABESDE.COM ha contactado estos últimos días con varios organismos para comprobar si la toma de determinadas fotografías es posible. Nuestros primeros pasos nos llevan -telefónicamente- a la Ertzaintza, la policía autonómica vasca. Pedimos autorización como fotógrafos aficionados para realizar tomas de un furgón policial. Ninguna traba: el departamento vasco de Interior, por medio de su gabinete de prensa, nos tramita la petición para que podamos ir a alguna comisaría o “donde sea”, y recalca que, en principio, “no hay ningún problema”.
La policía autonómica vasca no nos puso ninguna pega para fotografiar un furgón policial y su séquito. |
Decidimos comprobarlo sobre el terreno. Tras superar un instante de sorpresa, un agente uniformado nos confirma que, en realidad, el permiso de Interior no es necesario. Rizamos el rizo y llamamos a instituciones penitenciarias, pidiendo autorización para la realización de fotografías de diversas cárceles desde la calle. Nos dicen que podemos tener algún problema con los servicios de seguridad, ya que no es muy habitual fotografiar cárceles, ni que sea de lejos. En cualquier caso, ni prohíben ni autorizan, pero nos invitan a enviar una carta con una explicación de lo que queremos hacer para que lo estudien.
Sólo los profesionales acreditados pueden tomar fotografías en el Museo del Prado. |
Encaminamos también nuestra breve investigación de campo hacia el Museo del Prado. Telefónicamente nos confirman que, a día de hoy, está totalmente prohibido a particulares hacer fotografías en su interior, incluso sin flash o sin trípode. Totalmente prohibido. Antes, nos explican, podían realizarse capturas de la colección permanente, pero no de las exposiciones temporales. ¿Por derechos de autor? Preguntamos. La respuesta es afirmativa, aunque aquello de que el derecho de autor expire 70 años después de la muerte de -precisamente- el autor, no nos dicen nada. Lujo y dinero No contentos con estas llamadas, nos acercamos al Banco de España y pedimos permiso al miembro de la Guardia Civil que custodia la puerta para tomar una fotografía de la fachada. Duda un instante, pero en seguida dice que sí. Nos vamos al Ministerio de Educación y preguntamos al vigilante de seguridad de la puerta: “Mientras no salga yo, claro que puedes”, nos dice amablemente. La cosa se complica cuando no se trata de un edificio público. Nos acercamos a un banco y tomamos fotografías del cajero con una compacta. Nadie sale a nuestro encuentro, pero justo cuando estamos guardando el equipo, una persona con traje y corbata nos pregunta qué estamos haciendo y por qué.
Retratar el escaparate de una joyería puede convertirse en una hazaña. |
También nos dirigimos a una joyería de la céntrica calle Serrano de Madrid y hacemos una toma del escaparate. En un instante, de su interior nos sale al paso un vigilante de seguridad y nos conmina a que desistamos. Por más que intentamos razonar, el vigilante alega que está prohibido tomar fotografías del escaparate y se cierra en banda, aunque las fotos ya las hemos hecho. Obtenemos el mismo resultado al intentar hacer fotos en el interior de un gran centro comercial. Nos vamos. El grado de flexibilidad de las autoridades varía de un lugar a otro: en la Giralda de Sevilla conceden permiso previa petición, aunque cobran un canon, y en l’Oceanogràfic de Valencia las fotografías están autorizadas, aunque sin flash, para no molestar a los animales.
En l’Oceanogràfic de Valencia puede hacerse fotos, aunque sin flash. |
En los grandes teatros la cosa ya se complica. Según nos informan en el Teatro Príncipe de Madrid, el fotógrafo tiene que estar autorizado por el propio teatro y la compañía, y hacerse con esa autorización es casi imposible si no se trabaja para un medio de comunicación. En el metro de Bilbao -nos dicen desde su gabinete de comunicación- está permitido hacer fotos siempre que sea sin fines comerciales. Antes era necesario un permiso, pero debido a las peticiones de los turistas y de la asociación Amigos del Ferrocarril, decidieron eliminar ese trámite. Ni ley ni reglamento Visto lo visto, andamos sobre terreno pantanoso. Aunque cada uno da sus razones, nadie que prohíba la toma de imágenes nos remite a ninguna ley ni a ningún reglamento, y no queda claro quién está en posesión de la verdad. Mientas un colectivo como el de la policía vasca no pone pegas, los joyeros se resisten. En este tema, cada uno juega con su propia baraja. Uno de los colectivos fotográficos que más restricciones sufre es el de los aficionados al ferrocarril. Hasta tal punto llega su indignación, que cuenta con una página web de protesta donde se esgrimen razones para poder tomar fotografías libremente. José Guerrero, abogado, no lo tiene tan claro: “La estación es un recinto -explica a QUESABESDE.COM- y tú puedes tomar fotos de lo que se ve desde la calle, pero no dentro de la estación. Si desde la calle se ve el andén, puedes fotografiar el andén, pero no puedes hacerlo dentro. El concederte el permiso o no depende de quien tenga el mando.” El letrado coincide con nosotros cuando concluimos que el procedimiento es, en suma, un tanto arbitrario.
Fotografiar estaciones de tren suele acarrear problemas. |
Los más claros a la hora de explicarnos las cosas son el ayuntamiento de Madrid, por una parte, y la seguridad del Palacio de la Moncloa -residencia del presidente del gobierno de España-, por otra. Los primeros nos confirman que en la vía publica cualquiera puede hacer fotos, que es nuestro derecho y que nadie -ni el vigilante de una joyería, como era nuestro ejemplo- puede negárnoslo. Si se muestran inflexibles en su negativa a permitirnos tomar esa foto, desde el Ayuntamiento nos invitan a comunicarlo a la policía Municipal. En la sección de seguridad de la Moncloa son aún más tajantes: “De las vallas [del Palacio de la Moncloa] hacia afuera puedes hacer lo que quieras. Si viene una persona y se pone a hacer fotos desde el otro lado de la valla, ya puede haber señales o guardias, que no le podemos decir nada.” “Es más -puntualizan-, podemos pedirle que, si usa una cámara digital, nos enseñe qué ha fotografiado. Pero está en su perfecto derecho de negarse a mostrar las imágenes y no podemos hacer nada al respecto; como mucho, identificarle. Por suerte, la gente no suele poner ningún problema, y si les pides que te enseñen la foto, normalmente lo hacen.”
“Si es algo que se puede ver desde la calle, no hay motivo legal para prohibir que se fotografíe”, aclara el abogado Enric Enrich a QUESABESDE.COM refiriéndose al escaparate de una tienda. |
El abogado José Guerrero nos comenta al respecto: “Una vez tienes la foto, ningún guardia de seguridad puede pedirte en la calle o en otro sitio que se la muestres. En todo caso podría retenerte bajo su responsabilidad hasta que llegue la policía, pudiendo ser denunciado a posteriori por retención ilegal.” Enric Enrich, abogado, también habló sobre este asunto con QUESABESDE.COM en 2004: “Un centro comercial tiene unas normas que fija el propietario por el mero hecho de ser propietario de dicho espacio. Él decide si se puede hacer fotos o no, si se hacen con flash o sin él, etcétera. Otra cosa son los escaparates, que están a la vista de todos. Si es algo que se puede ver desde la calle, no hay motivo legal para prohibir que se fotografíe.” “Cada propietario de un espacio -un gimnasio, una escuela, un museo, un centro de trabajo…- podrá regular como desee la posibilidad de tomar fotografías”, aclaraba Enrich. Mientras no se vulnere el derecho a la intimidad de las personas -continuaba el abogado-, uno puede hacer sus instantáneas desde la calle tranquilamente, sea o no sea ésta su ocupación.
El vacío legal imperante hace que la toma de fotografías en espacios públicos sea un asunto controvertido. |
Entonces, ¿por qué hay tanta confusión sobre qué puede fotografiarse y qué no? Posiblemente, la razón más certera sea la que arguye el Ayuntamiento de Madrid: no hay legislación sobre ello. Y a este vacío legal se agarran quienes prohíben de forma indiscriminada la toma de fotografías. Los profesionales de la fotografía lo tienen más fácil, ya que pueden hacer uso de un carné que les abre muchas puertas. “Hace años, en la época mas dura de Intxaurrondo [cuartel de la Guardia Civil en el País Vasco], tuve que hacer una foto y no fue nada fácil”, nos comenta Jon Barandica, jefe de fotógrafos en Madrid de El Periódico. “Ahora es mucho más sencillo: te identificas como periodista y no tienes problemas.” No lo ve tan sencillo Jorge París, fotoperiodista madrileño: “A mí, por hacer una foto a un parquímetro en una calle con una comisaría, me identificaron y me tuvieron quince minutos haciendo comprobaciones. Y en Torre Picasso ni te cuento… y si dices que eres periodista, aún peor.”
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