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Robert Capa: “La sombra del iceberg”.

Al estallar la Guerra Civil Española en julio de 1936, Robert Capa se traslada a España con su novia, Gerda Taro, para cubrir los principales acontecimientos de la contienda española. Implicado en la lucha antifascista y la causa de la República, estuvo presente, desde ese lado, en los principales frentes de combate, desde los inicios en el frente de Madrid, hasta la retirada final en Cataluña. En 1936, Robert Capa retrató a un miliciano español en el momento mismo en que recibía un mortal impacto de bala. La imagen recorrió el mundo y le catapultó a la fama. Robert Capa, nos muestra en este documental sus fotografías y experiencias vividas en la época de la guerra civil en España, así como la investigación  sobre la famosa foto del miliciano, mundialmente conocida y objeto de polémica.



La caída del miliciano: un análisis apoya la teoría de la escenificación.
Durante décadas, la postura de aquel soldado, con camisa clara, brazo extendido y retratado, hipotéticamente, en el mismo instante en que una bala lo alcanzaba, representó la barbarie del fascismo. Desde ese momento, la fuerza de la foto ha crecido en el imaginario colectivo hasta alcanzar la categoría de mito.
En 1975, Phillip Knightley publicó «The first Casualty: Crimea to Vietnam». El libro contenía el testimonio de un anciano periodista británico, O.D. Gallagher, que aseguraba que Capa le había reconocido que la secuencia del miliciano de 1936 había sido una escenificación. Sus palabras fueron: «…un oficial republicano les dijo que iba a ordenar a varios soldados que fueran con Capa a unas trincheras cercanas y que podían escenificar unas maniobras para que las fotografiasen». Richard Whelan, biógrafo oficial del reportero húngaro, rebatiría estas palabras. La declaración, sin embargo, cuestionaba por primera vez la veracidad de una de las imágenes más emblemáticas de su autor y avivaba las sospechas. Desde entonces su autenticidad es un enigma.




Severas dudas.
Al margen del día en que se obtuvo la fotografía, el lugar del acontecimiento y la persona que aparece en ella, un análisis «forense» de la imagen deja en el observador severas dudas. El estudio de algunos aspectos determinados de la foto alientan la teoría de la escenificación. La publicación, el 23 de septiembre de 1936, en la revista «Vu», reproduce por primera vez «El soldado caído» junto a otro fotograma perteneciente al mismo reportaje en el que se contempla a otro combatiente abatido. ¿Cuántas veces se puede captar, en el mismo sitio, a la misma hora y con el mismo encuadre, a dos soldados derribados por disparos? Para la mayoría de los profesionales  de la fotografía, una o ninguna. 
Resulta difícil obtener dos instantáneas similares sin estar preparado. Hay que subrayar otro aspecto: ambas imágenes, de un parecido innegable y un entorno prácticamente igual, jamás volvieron a publicarse juntas. Capa, en su libro “Death in the Making”, dedicado a Gerda Taro, no incluyó en su interior ninguna de las dos, ni otras de la serie de Cerro Muriano. Sólo la sobrecubierta reproducía el conocido miliciano, y resulta sorprendente.

El momento justo.

Capturar el instante exacto de la muerte de un hombre es un caso casi excepcional. El propio Capa fue incapaz de reproducir ese momento cuando tomó la instantánea de un soldado norteamericano que caía muerto delante de él por el disparo de un francotirador el 18 de abril de 1945 en Leipzig, Alemania. Al cotejar las dos instantáneas de «Vu» se puede identificar una disposición especial de los rastrojos del campo que son esclarecedores. Un tallo vertical y otros dos horizontales en el suelo forman un eje cartesiano. Si sobre esa referencia se colocan ambas imágenes superpuestas se observa que  ambos combatientes cayeron exactamente en el mismo sitio, como prueban la coincidencia de ese eje y el paisaje que hay detrás: son idénticos. Otra referencia es el abultamiento de un terrón en el suelo, justo en el lado inferior derecho, que ayuda a enmarcar a los dos soldados. Las fotos mantienen el mismo encuadre, están tiradas  a la misma hora y desde el mismo lugar ¿Y qué reportero quedaría expuesto a un fuego cruzado de los dos lados?.
A estas evidencias se suma el material publicado por la revista «Regards» en el número del 24 de septiembre de 1936, justo un día después de «Vu». Ahí aparecen más fotos de la serie de Cerro Muriano. También hay dos milicianos en el suelo como si estuvieran muertos. Algunos expertos han señalado que, por la disposición de esos cuerpos, no parece que estuvieran muertos. La «maleta mexicana», además, ha aportado el cuerpo  de otro republicano tumbado en la tierra muy parecido, por las referencias de su uniforme, al que se ve en «Vu», debajo de «El soldado caído». ¿Todos están muertos? Y si no lo estaban, ¿qué hacían todos ellos tumbados?
El único soldado que cayó el 5 de septiembre de 1936 en Cerro Muriano fue Federico Borrell García, que curiosamente no es ninguno de los que aparece en esas secuencias. Si se compara su retrato con el rostro de «El soldado caído» como demuestra magistralmente el documental «La sombra del iceberg», de Hugo Doménech y Raúl Montesinos, se aprecia que apenas comparten parecidos. Mientras Borrell es un hombre joven, el miliciano abatido que aparece en la célebre fotografía es un hombre que ya ha entrado en edad adulta.
Robert Capa, joven y de  izquierdas, ya había fotografiado con anterioridad unas maniobras en Santa Eulalia, que  él mismo terminó admitiendo. Un reportaje, como se ve en  algunas fotografías del libro «Death in the Making», en el que un conjunto de hombres descendía por una colina, de una manera muy parecida a la de Cerro Muriano, para cargar hacia unas supuestas posiciones enemigas. Algunas de sus características se distinguen en la serie de Córdoba.

Un hombre sin identidad.

¿Quién es «El soldado caído»? Una investigación arrojó la teoría de un nombre: Federico Borrell García, conocido como «Taino», el único combatiente republicano que, según la documentación histórica, cayó en Cerro Muriano. La aparición, en el diario anarquista «Ruta Confederal», en el que un compañero, como homenaje a su amigo, describía su muerte en una necrológica elogiosa, tachaba esa posibilidad. De hecho, «Taino» cayó, a las cuatro de la tarde, al ser alcanzado por los disparos del enemigo cuando permanecía oculto detrás de un árbol. En las fotografías de Robert Capa es evidente que no aparece ningún árbol. El documental «La sombra del iceberg» comenta este aspecto y, también, incluye otra prueba. En la camisa de «El soldado caído» no hay rastros de sangre y un forense afirmaba que esa no es la postura lógica de caer después de recibir el impacto de una bala.

El secreto de la maleta mexicana.

La aparición en México de una maleta con 126 carretes fotográficos, cerca de 4.300 imágenes, de la Guerra Civil española datados entre mayo de 1936 y marzo de 1939 y pertenecientes a Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour, conocido como «Chim», abría la posibilidad para limpiar de sospechas la fotografía del republicano abatido de Robert Capa. Sin embargo, aportaba una instantánea nueva: una imagen vertical con un miliciano tumbado en el terreno con el rifle sobre el pecho y con la mano en el arma. Sumaba un combatiente más a la lista de soldados que ese día aparecen en el suelo. Y, por tanto, aumentan las interrogantes. ¿Cuántos hombres cayeron en esa jornada? La tesis oficial sostiene que durante unas maniobras un hombre recibió un disparo. Si resulta que sólo murió en esa fecha un soldado, ¿qué hacían los demás milicianos tumbados en la ladera de la famosa colina de Córdoba?

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